A sus 55 años no solo tomo la decisión de vivir en Israel, sino que se conecto con una de sus pasiones. La gastronomía. Estudio, se recibió de Cheff y actualmente trabaja en la cocina del Hotel Ritz Carlton en Hertzlia. Su historia es un ejemplo de que la vida es larga y se puede tener muchas vidas diferentes. Es por eso, que afirma: “el único capaz de cambiar su destino es uno/a mismo”
Dialogamos con Edgardo, sobre su decisión y su experiencia tras haber hecho un cambio de 180º en su vida.
– ¿Cuál es tu conexión con Israel?
-Desde muy joven participe en muchos ámbitos de la comunidad judía. Comencé cundo mis hijos empezaron a ir al Jardin de infantes, en el antiguo David Wolfson “de la calle Amenábar”. Después cambiamos de escuela a Bet El, dónde luego de un tiempo largo de militancia, fui presidente de la institución 8 años.
Mi centro de participación comunitaria fue siempre el Movimiento Masorti (Conservador), fui presidente de FEDECC (Federación de comunidades del judaísmo conservador) y viajé muchas veces a Israel para participar de distintos seminarios, por eso mi vínculo con este país viene desde hace muchos años. Siempre fui por poco tiempo, pero sabía que en algún momento debía decidir donde me quedo, si acá o allá.
-Evidentemente no es lo mismo ir por un seminario que hacer Alía, ¿En qué momento comenzaste a pensar en Israel como un lugar donde vivir?
-Siempre me gusto Israel. Yo viajé durante 30 años y fui viendo el increíble crecimiento de este país, cuando Tel Aviv era la mitad de la ciudad que es hoy en día, o cuando Ramat Gan aun tenia calles de tierra.
Venir año a año y vivenciar ese cambio me impresionaba mucho. Sin embargo, cuando volvía a Argentina veía que eran los mismos problemas de siempre, las mismas situaciones, por eso cada año que yo venia era un baño de esperanza de que algo podría cambiar en mi vida y que Israel podría ser una realidad.
Cuando mis hijos eran chicos, junto a quien era mi esposa habíamos pensado en hacer Alia (emigrar a Israel), pero nunca lo concretamos y me quedo pendiente. Con mi actual esposa, Romina, lo empezamos a conversar y en uno de mis viajes a Israel vinimos juntos y nos quedamos un tiempo más para que ella pudiera conocer y ahí mismo tomamos la decisión. Dos años antes de concretarlo.
¿Sucedió algo en ese viaje que te hizo sentir que Israel era tu lugar?
– No, la verdad que Argentina es un país que te va movilizando permanentemente a buscar otras alternativas. El haber tenido industria durante muchos años te genera un cansancio y un estrés de pensar que va a pasar en el futuro que es realmente muy agobiante.
Mis amigos hoy me dicen “vos fuiste un visionario, porque entre pandemia y crisis económica para la industria fue muy duro”. Honestamente, yo no tenía más ganas y venia pensando como hacer par dedicarme a otra cosa. Pero repito, Argentina es un país muy difícil e Israel era mi primera alternativa.
Alia: De la idea a la realidad
¿Como fue el proceso desde la decisión hasta que se subieron al avión?
– Bueno, yo me dedique toda mi vida a la industria textil, donde trabaje desde muy joven hasta hace unos meses que logre venderla para emprender mi camino a Israel.
También comencé con el proceso de estudiar una carrera alternativa de la cual podría vivir en Israel y ahí me reconecte con una de mis pasiones que es la gastronomía. Empecé a estudiar gastronomía y terminé la carrera de Cheff.
Mi esposa es enfermera y empezó a hacer la validación de sus títulos para poder trabajar en Israel y los dos fuimos avanzando en este proceso para cumplir nuestro objetivo de emigrar Israel.
No solo cambiaste de país, sino que también de trabajo. ¿Como fue ese proceso?
Fue un proceso largo. Tuve que volver a estudiar para recibirme de Cheff, que es lo que yo sabía que me iba a permitir conseguir un empleo en Israel. Te mentiría si te dijera que es fácil volver a estudiar con 55 años, ya no tengo la misma atención, pero fue algo que me gustó mucho y además me sirvió porque actualmente me dedico a esto en Israel. Soy Cheff en el Hotel Ritz Carlton de Hertzlia.
Yo llegue en agosto de 2019 y en el mes de septiembre ya estaba trabajando como Cheff eventual en el Hilton de Tel Aviv con muy poco idioma y poca experiencia. Fue un desafió muy grande.
-Cambiaste la oficina en Buenos Aires por la cocina de un hotel en Israel. ¿Como fue el primer día de trabajo, cuando entraste y te encontraste en ese ámbito?
-Esa pregunta me trae muchos recuerdos. Yo postule en un aviso de Facebook de una empresa que proveía de personal eventual a los hoteles en Israel.
Me contacte y me respondieron que necesitaban un Chef para los banquetes del Hilton en Tel Aviv. Mi respuesta casi automática fue “para yo no tengo experiencia, prefiero comenzar por algo mas chico”, a lo cual el me respondieron “Quédate tranquilo que vas a poder, mira mañana hay un evento de 2000 personas en el Hilton y necesito que vayas”.
Finalmente fui con todos mis nervios y dudas. Cuando llegué me encontré con una cocina con 20 Chefs, llena de gente a los gritos y al presentarme con el Chef ejecutivo en un hebreo muy cerrado me dijo “agarra un delantal y ponete a trabajar”. Así me largaron a la cancha.
Gastronomía en Israel
¿Cuáles son los platos que mas salen en Israel?
– En el hotel donde trabajo ahora tengo a cargo el desayuno, así que todo lo mío es la cocina fría, pero al israelí le fascina y se desespera por la carne. El hotel tiene un muy buen restaurante de carne por la noche.
Este año nos acostumbramos a trabajar mas con los israelíes porque al no poder viajar al exterior, se dedicaron a pasear por los hoteles. El israelí cuando va a un hotel le interesa comer y nosotros nos ocupamos de eso, de darle de comer.
¿Cual es la comida que extrañas de Argentina y cual es la comida que comenzaste a preparar en Israel?
-Lo que mas me encanto comenzar a preparar es el Cous- Cous. Aca hay mil formas de cocinarlo y de prepararlo y es algo fascinante, sabores completamente distintos.
En casa tratamos de cocinar algunas cosas que extrañamos. Conseguimos un lugar que vende tapas de empanadas y comemos empanadas que es algo que extrañamos mucho. Igualmente, la variedad de comidas que hay en Israel es algo impresionante.
– ¿Cambiaste el choripán por el falafel?
-Jajajajajaja, sí. El Falafel es de lo mas rico que tenemos acá y lo mejor es comerlo parado en la calle esperando el colectivo mientras te chorrea la tjina (pasta de sésamo típica de la comida israelí).
Alia y pandemia
-Llegaste unos meses previo a que comience la pandemia de COVID-19, ¿Cómo influyo la pandemia en tu proceso de integración en Israel?
– Las cosas se dieron muy rápido acá en Israel. Cundo empezaron a subir los primeros casos se vino el primer cierre nacional y estuvimos sin trabajar 3 meses, luego volvimos a trabajar unos meses y se volvió a cerrar.
Es interesante porque cuando uno llega se incluye directamente en todo el sistema administrativo de Israel. Aca todas las contrataciones son formales, estas registrado desde el primer día que trabajas, y eso me sirvió mucho porque cuando las empresas comenzaron a otorgar licencias sin goce de sueldo a sus empleados el estado empezó a pagar subsidios.
En mi caso, estaba preocupado por si lo iba a cobrar, pero la verdad que fue un tramite de 20 minutos por teléfono y el mes siguiente ya tenia depositado el dinero del subsidio. Como a cualquier ciudadano israelí, a pesar de haber trabajado dos meses me pagaron el 75% del sueldo promedio.
– ¿Ese apoyo del estado, confirmo que Israel era una buena decisión para tu vida?
-Esto no funciono solo para mí. Funciono para todos. En pocas semanas todo el mundo estaba en su casa y cobrando este subsidio estatal. Si lo comparo con los subsidios en Argentina, los montos que allí se manejan no alcanzan para nada porque los valores están distorsionados.
Aca se manejan valores reales y eso es una tranquilidad para el ciudadano. Estas en tu casa aburrido, aprovechando para estudiar hebreo, pero tenes la tranquilidad que vas a poder pagar tus gastos porque el estado te sostiene de manera real.
– ¿Cuáles eran tus temores previos a tomar la decisión de hacer Alia?
-El primer temor es el idioma. Seis meses antes de venir comenzamos a hacer el Ulpan (la Organización Sionista Mundial ofrece ulpanim gratuitos en ulpanim.org) y aprendimos algo.
El tema era el Ulpan en Israel y los temores de conocer gente nueva de todo el mundo. Nuestro Ulpan era de 40 personas, 38 eran rusos y 2 (nosotros) argentinos. La mayoría hablaba ruso menos nosotros.
Al llegar a Israel, pedimos estar un mes en el Mercaz Klita (centro de absorción) en Ranana, estuvimos ahí y automáticamente comenzamos a buscar donde vivir. Veníamos con una idea desde Argentina así que nos fue más fácil alquilar.
Actualmente vivimos en la ciudad de Psagot Afek que está dentro de Rosh HaAyn, una ciudad muy grande que queda al lado de Petah Tikva y a 20 Km. de Tel Aviv. Aca los precios son más económicos que en las ciudades centrales de Israel.
–Vos conocías mucho Israel ¿Cuáles eran tus expectativas al emigrar y con qué te encontraste?
-Me encontré con lo que ya conocía. Un rabino argentino que vive acá me dijo, “todos los teléfonos que tenes agendados, cuando necesites algo quizás no atiendan”. La verdad que no me intereso si fue así o no, porque lo que hicimos fue por nuestros propios medios y nos salió bien.
Yo no solo conocía Israel, sino que también conocía a los israelíes.
Sablanut – Soblanut y Jutzpa
¿Cuál es la diferencia entre Israel y los israelíes?
A mí me dijeron “el éxito de la Alia depende de la palabra Sablanut (paciencia)”. Después de unos meses me di cuenta que Sablanut no alcanzaba y que también era necesario tener Soblanut (tolerancia) y más adelante aprendí que también hay que tener Jutzpa (“caradures”). Hay que tener las 3 cosas juntas.
A mi esposa, Romina, le costo un poco mas porque el israelí es muy directo. Aca en Israel no existen las filas para subir al colectivo. Israel te absorbe muy rápido, pero el israelí tarda un poco más en integrarte. Sin embargo, una vez que estas adentro ya sos parte y te consideran un israelí más.
– ¿Qué es lo que mas disfrutas de esta nueva vida en Israel?
– La verdad que disfruto todo. Yo sabía que el trabajo de Chef es muy demandante y de a poco me voy acostumbrando. Tengo semanas de 7 días de trabajo, semanas de trabajo de 10/12 horas y eso es un cambio muy grande en mi vida, pero estoy haciendo lo que me gusta.
Es muy lindo tener una playa a 15 minutos de tu casa y disfrutar de mi día libre en el mar. Ir y volver de la playa en 30 minutos es algo hermoso.
También me gusta mucho ir a comer a ciudades árabes, cerca de donde vivimos esta Kfar Qasem y solemos ir a comer ahí que es espectacular.
– ¿Qué diferencia encontras entre las comidas y los restaurantes en aldeas árabes en comparación con los de ciudades judías?
– Las ciudades árabes son mucho mas relajadas. En los restaurantes no existe el mantel, todo se come con la mano y los cubiertos quedan siempre en la mesa. Eso con respecto a la comida, pero en general los servicios son mas baratos en aldeas árabes y a ellos les encanta que el cliente se vaya contento así vuelve. Por ejemplo, yo lavo mi auto en Kfar Qasem y los muchachos me lo dejan impecable.
Además, muchos lugares como cafeterías y restaurantes están abiertos en Shabat (sábados) y a mi me gusta ir porque en Rosh HaAyn no hay mucho para hacer el sábado.
– Con 55 años diste un cambio de 180 grados en tu vida. Cambiaste de país y de ámbito laboral. ¿Cuáles son tus consejos para alguien que está en una situación similar?
En primer lugar, la edad no es un problema. Aca para trabajar no te preguntan la edad, te preguntan lo que sabes hacer, los idiomas que hablas y listo.
Yo creo que depende mucho de la actitud. La actitud con la cual vos te subas al avión. No quiero decir que tiene que ser una actitud sumisa de aceptar lo que el destino te depare, sino que me refiero a una actitud positiva de pensar “vengo para cambiar mi vida y la voy a cambiar”. El único que puede cambiar su vida es uno mismo, nadie más.
Hay que tener una actitud positiva y pensar “vengo para cambiar mi vida y la voy a cambiar”.
El único capaz de cambiar su vida es uno mismo, nadie más.
Edgardo Band
Israel está pasando por una situación muy particular en la cual no alcanza la mano de obra para ningún tipo de profesión, piden gente y no hay. Así que trabajo, que es lo fundamental para iniciar una vida nueva en Israel, hay.
También debo decir que los israelíes no son como los argentinos. Nosotros quisiéramos que nos abracen, que nos besen, que nos acompañen y no. Aca no es así, pero si te paras en una posición de seguridad te miran de otra forma. A veces hay que ser israelí desde el principio, mostrarse duro, golpear la mesa si hace falta y eso cambia mucho las cosas.
Por último, quisiera remarcar que a nosotros el estado de Israel nos contuvo mucho. Nosotros comenzamos a trabajar los primeros meses y cuando se vino el primer cierre en Israel fue difícil, pero para nuestra sorpresa desde el Ministerio de Absorción nos llamaban una vez por semana para ver como estábamos y si necesitábamos algo y eso es algo muy valioso.
Hacer lo que yo hice no es Dinseylandia, desde lo emocional deje muchas cosas en Argentina, mi madre y mis 3 hijos. Si bien dos de ellos me vinieron a visitar, se hace difícil la distancia y mas por la pandemia.
Es difícil, pero vale la pena absolutamente. Cuando vos pensas lo que viene no hay un límite, no alcanzas a ver el final porque es impresionante lo que se puede conseguir y la tranquilidad que podés tener. Pasamos el Coronavirus con dos cierres nacionales, una mini guerra con Gaza y acá la vida sigue. Te seguís desarrollando y el país no se detiene.
Si estas pensando en mudarte de manera permanente a Israel comunícate de manera gratuita al Global Center de la Agencia Judía desde aquí
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