El nombre del nuevo presidente de Irán se conoció el mismo día en que el Consejo de Guardianes, un organismo de 12 miembros que examina a los posibles candidatos, anunció el mes pasado que habilitaba al jefe del sistema judicial a presentarse a las elecciones. Ebrahim Raisi, o Sayyid Ebrahim Raisol-Sadati, su nombre completo, había sido señalado como el elegido por el Líder Supremo Alí Khamenei. Los otros seis contrincantes no tenían chance. Los reformistas, esta vez no presentaron ninguna figura importante. Ya llevan muchas frustraciones electorales y de levantamientos aplastados a fuerza de cientos de muertos. De esta manera, con Raisi en la presidencia, Khamenei termina de atar su poder y asegurarse de que ninguna reforma aparecerá en el horizonte del régimen de los ayatollhas.
Raisi, de 60 años, es un juez y clérigo de línea dura, conocido por su papel en la ejecución masiva de miles de presos a finales de la década de 1980. Durante la corta campaña presidencial prometió hacer frente a “la pobreza y la corrupción, la humillación y la discriminación”. De esta manera equipara los graves problemas económicos que atraviesa el país con “el orgullo” de la revolución islámica de 1979 y los conceptos religiosos shiítas.
En marzo de 2019, Khamenei nombró a Raisi como jefe del poder judicial de Irán. Desde allí, lanzó una “guerra contra la corrupción” y de represión contra cualquier disidencia. El Centro de Derechos Humanos de Irán, con sede en Nueva York, pidió a la comunidad internacional que investigue a Raisi por crímenes contra la humanidad, describiéndolo como “el pilar de un sistema que encarcela, tortura y mata a personas por atreverse a criticar las políticas del Estado.” El presidente electo iraní está asociado a una sangrienta serie de juicios y ejecuciones políticas en 1988, al término de la guerra entre Irán e Irak. Por aquel entonces, Raisi era juez del Tribunal Revolucionario de Teherán, que estaba llevando a cabo una purga de opositores a los islamistas del ala dura. Amnistía Internacional calcula que más de 5.000 presos, la mayoría de ellos afiliados al grupo disidente Muyahidín del Pueblo de Irán, fueron ejecutados por orden de Raisi y otros tres jueces.
Las bases de las relaciones internacionales iraníes pasan por su desarrollo nuclear y la relación, al respecto, con Estados Unidos. Raisi se opone a cualquier tipo de compromiso con Occidente, pero es probable que tenga que seguir las directivas de su protector, Khamenei, que es más proclive a retomar el acuerdo nuclear de 2015 abandonado unilateralmente tres años más tarde por Donald Trump. Es probable que, en los próximos meses, con una actitud diferente por parte de Joe Biden, se retomen las negociaciones. Aunque todos los expertos coinciden en que Irán ya está muy cerca de lograr una producción suficiente de uranio enriquecido para fabricar armas nucleares.
El clérigo ultraconservador Ebrahim Raisi, que fue “electo” presidente de Irán el sábado, debería ser investigado por presuntos crímenes de lesa humanidad y una “represión en espiral” de los derechos humanos, ha dicho Amnistía Internacional.
“Que Ebrahim Raisi haya llegado a la presidencia en lugar de ser investigado por los crímenes de lesa humanidad de asesinato, desaparición forzada y tortura, es un triste recordatorio de que la impunidad reina en Irán”, dijo Amnistía en un comunicado.
El jefe del grupo terrorista Hezbolá en el Líbano felicitó el domingo a Raisi por ganar las elecciones presidenciales de Irán y lo describió como un “escudo” contra Israel y otros “agresores”.
El PM israeli afirmó que la elección de Irán fue una señal para que las potencias mundiales “despertaran” antes de regresar a un acuerdo nuclear con Teherán.
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