Suerte y desgracia en las relaciones entre palestinos, sus dirigentes y sus anfitriones árabes.
La historia de los palestinos se vio signada por siempre a partir de un primer error histórico, irremediable, casi irresoluble. Aunque la consolidación nacional palestina es posterior, me permito esta licencia literaria para simplificar el asunto y referirme a la dirigencia árabe del Mandato Británico de Palestina, que en 1947 tomó la dramática decisión de rechazar tajantemente el plan propuesto por las Naciones Unidas y que un año después, empujó a media docena de jóvenes estados árabes a la guerra, compartiendo el drama y llevando derrota y humillación más allá de sus propias aldeas y poblados. Afirmar que las decisiones a tomar fueran fáciles seria incurrir en una nefasta reducción de la situación, pero pareciera haber un encono casi patológico por elegir siempre el camino equivocado.
Pero limitar este análisis, solamente, a la relación de los palestinos con el Estado de Israel seria nuevamente elegir una visión sumamente parcial del encaje palestino en el mundo. La diáspora palestina, algunos de ellos descendientes de refugiados, y sus líderes han optado, casi en la mayoría de los casos, por la alternativa autodestructiva y sus anfitriones, aportantes y defensores poco a poco empiezan a expresar su descontento y enfado en foros públicos. Existen casos paradigmáticos clásicos, como las relaciones del Reino Hachemita de Jordania con sus residentes palestinos, el turbulento paso de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) por Líbano y la suerte y desgracia palestina en Irak, antes y después de la muerte del dictador Saddam Hussein. En esta primer parte, conoceremos el primer caso mencionado.
De acuerdo a un estudio realizado en 2009 por la Prof. Beverly Milton-Edwards (Queen’s University, Belfast, Irlanda del Norte) y Robert Hinchcliffe (Trinity Collage, Dublín, Irlanda), de los 6.5 millones de habitantes que tiene Jordania, el 55% son palestinos, mientras que solamente un 29% son “Jordanos Nativos”. El 16% restante son iraquíes. Teniendo datos demográficos tan contundentes, la cuestión palestina en Jordania fue, desde la década del 40, un eje central en la política de la monarquía Hachemita. El primer Rey de Jordania, Abdullah I, tuvo desde el inicio de su reinado, una actitud comprensiva y brindo apoyo a los árabes del Mandato Británico de Palestina. Fue uno de los primeros líderes árabes en tomar la decisión de emprender la primera guerra árabe-israelí (también denominada Guerra de Independencia por el Estado de Israel) en 1948 y en 1950 firmó en “Acuerdo de unificación de las dos márgenes del Rio Jordán”. El documento, que también era beneficioso para el nuevo e independiente Reino y que fue en principio rechazado por la Liga Árabe, anexaba los territorios de la margen occidental del Rio Jordán (Cisjordania o Judea y Samaria) a los de la margen oriental (Transjordania) y otorgaba a los árabes residentes en esa zona, la ciudadanía jordana y plenos derechos en Jordania. Esto genero una movilización enorme de personas, que fueron recibidas en campamentos de refugiados. Pero recibidos.
Las tensiones étnicas y sociales llegaron a un primer pico en el año 1951, cuando el Rey Abdallah I fuera asesinado por un palestino, mientras ingresaba a la Mezquita al-Aqsa. El temor de que el Rey estuviera negociando, cosa que en parte era cierta, y próximamente firmara la paz con el Estado de Israel fue la principal motivación del asesino.
La Guerra de los Seis Días, quizás la mayor humillación sufrida por al mundo árabe en las últimas décadas, hizo que casi 400.000 palestinos se desplacen a Jordania. Esta enorme cantidad de gente altero el débil equilibrio demográfico y las condiciones de los palestinos en el Reino comenzaron a deteriorarse. Además, los ánimos de la dirigencia palestina estaban en plena ebullición. Las zonas de mayoría palestina en las cercanías del Rio Jordán, nueva frontera de facto entre ambos países y los campos de refugiados, principalmente en las adyacencias de Amman, se volvieron verdaderos caldos de cultivo para el desarrollo de grupos violentos. Ya a finales de la década del 60, el Rey Hussein veía a esta situación como un verdadero riesgo contra la propia seguridad del Reino.
Las tensiones no paraban de aumentar. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y Fatah, componente principal y mayoritario de esta, concentraban enorme poder dentro de Jordania. Grupos de fedayun, o guerrillas armadas nacionalistas palestinas, desafiaban el monopolio de poder ejercido por el Reino y realizaban, también, ataques desde la margen oriental del rio a Israel. Esto llevo al Rey Hussein a tomar una dramática decisión que alteraría el curso de la historia de los palestinos en Jordania y de la OLP en particular. El 17 de septiembre de 1970 las Fuerzas Armadas Jordanas empezaron a bombardear ciudades de mayoría palestina y campos de refugiados palestinos, principalmente en zonas cercanas a Israel y en Amman. El conflicto escaló rápidamente y cientos de militantes del Ejército de Liberación de Palestina en Siria (PLA) junto con fuerzas del Ejército Sirio cruzaron la frontera norte jordana y se integraron a la batalla. Esta pseudo guerra civil, que duró hasta mediados de 1971 se denominó Septiembre Negro y es un hito fundamental en la relación de la dirigencia palestina con los países que los acogieron. El resultado de esta sangrienta disputa fue la rutilante victoria del Rey Hussein, dejando cerca de 25.000 muertos palestinos, según el líder de la OLP, Yasser Arafat, la expulsión de miles de fedayun que migraron al Líbano a través de Siria y la salida de la dirigencia de la OLP, única representación política palestina reconocida por el mundo, de Jordania también al Líbano.
La decisión de desafiar al gobierno jordano y de instaurar una especie de estado dentro de otro llevó a esta mayoría palestina residente en Jordania a vivir, en la actualidad, en condiciones muy desfavorables. Mudar Zahran es un jordano de origen palestino que dice liderar la “Coalición de Oposición Jordana”. El mismo es hijo de un matrimonio que se mudó de Jerusalem a Amman al adquirir la ciudadanía jordana después del “Acuerdo de unificación de las dos márgenes del Rio Jordán”. A pesar de que su liderazgo es debatido en el mundo árabe, Zahran tiene cuatro cargos en su contra por afirmar públicamente que Jordania es un estado en el que rige un sistema de Apartheid similar al sudafricano, pero en detrimento de los palestinos y que básicamente, el “Estado Palestino” es Jordania. En un artículo publicado en la revista Middle East Quarterly, editada por el think tank Middle East Forum, detalla ejemplos concretos. Según Zahran, aunque se afirme que los palestinos tienen plenos derechos, esto no es cierto y la dirigencia política y la casta gobernante jordana, con la ayuda de núcleos de poder beduinos mantienen a estos alejados de cualquier posibilidad de progreso. En primer lugar, a pesar de la enorme cantidad de palestinos viviendo en Jordania, una notable mayoría de la población, ninguno de las doce Gobernaciones jordanas está liderada por un palestino mientras que la cantidad de ministros y miembros del parlamento se reduce año a año. Por otro lado, la educación en todos los niveles tiene restricciones de hecho para los palestinos, prohibiéndoles el acceso a la mayoría de los centros de formación. Por último, existen impuestos y tributos que solo los palestinos deben pagar. El ejemplo planteado por Zahran se refiere a la compra de automóviles. Según este, un palestino debe pagar 200% más que un beduino si quisiera comprarse uno.
Seria contrafáctico pensar en cual hubiera sido el destino de los palestinos en Jordania si hubieran respetado al país que los recibía no solo en lo que respecta a la relación con este sino a su propia búsqueda de un Estado. Los hechos fueron otros y la OLP abriría un nuevo capítulo con su llegada al Líbano, no menos violento y con más sangre derramada.
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