Si hay un concepto capaz de definir al sionismo, es el pragmatismo. Mejor dicho, una ideología que siempre fue pragmática.
El sionismo es una ideología porque parte de una idea esencial que es la imperiosa necesidad de crear un hogar nacional judío en su tierra ancestral, la tierra de Israel. Pero esa idea nunca fue uniforme. Desde su nacimiento y siendo fiel a la tradición judía, el sionismo tuvo diversas opiniones sobre cómo debería ser ese futuro estado o que significaba el renacimiento del pueblo judío encarado por aquellos pioneros que iban a trabajar las tierras. Desde Borojov (sionismo socialista), pasando por Jabotinksy (sionismo revisionista), Rav Kook (sionismo religioso) hasta Hertzl (sionismo político) todos tenían diferentes ideas.
Entonces, ¿Cómo es posible construir a partir de ideas totalmente diferentes?
La respuesta es más sencilla de lo que parece. El objetivo central es el mismo, construir un estado judío. Cuando hay un punto claro y una meta específica, la construcción colectiva se prioriza por sobre los deseos individuales. Algo que solo estadistas pueden realizar.
Por eso mismo el sionismo desde su nacimiento necesito de pragmatismo.
El pragmatismo significa priorizar el valor practico de las cosas por sobre cualquier otro factor. Significa juzgar a los movimientos y sus ideas por su correlato con la realidad y su capacidad de prosperar en una realidad siempre cambiante. En especial, el pragmatismo es capaz de conciliar posiciones totalmente opuestas o por lo menos, salvar las diferencias evitando las tensiones y priorizando aquello que permite avanzar.
Los invito a hacer un recorrido por las ideas de algunos líderes del sionismo que nos permitirá comprender mejor a que me refiero con ideología pragmática.
David Ben Gurion, el primer Primer Ministro de Israel se caracterizo por su pragmatismo.

Él era socialista, pero comprendió que se debía alinear con Estados Unidos que era una potencia en ascenso y que esa alianza generaría beneficios incalculables para el desarrollo del estado de Israel (muchos de esos beneficios los hemos visto a lo largo de la historia y actualmente).
El era laico, pero asumió que no era posible crear un estado judío sin el apoyo de las comunidades judías de la diáspora y sus líderes. Su habilidad política le hizo darse cuenta que debería negociar con Agudat Israel (partido político que representaba a judíos ultra-ortodoxos) para crear un status quo mediante el cual también los judíos ortodoxos o aquellos mas practicantes se sientan interpelados por los esfuerzos sionistas en la construcción de una patria judía. Ese status quo lo hizo aceptar varias cosas impensadas para un laico como Ben Gurion. Kashrut en oficinas públicas, el respeto de las leyes religiosas de Shabat en Israel, la autonomía educativa y la autoridad rabínica para los matrimonios y divorcios. Estas leyes son las que aun rigen en Israel.
A su vez, cuando el gobierno británico impuso una severa restricción a la inmigración de judíos a Israel a través del famoso “Libro blanco”, Ben Gurion se vio en una encrucijada. Por un lado, como líder de la comunidad judía (Yshuv) en Israel debía concentrar todos sus esfuerzos en la construcción del Estado de Israel, pero por otro debería apoyar los esfuerzos británicos en contra del régimen nazi que estaba cometiendo un genocidio contra sus hermanos en Europa.
Es así como buen pragmático llego a una síntesis que acompañara a la política israelí hasta nuestros días.
“Debemos luchar contra el libro blanco como si no hubiera segunda guerra mundial y combatir en la guerra (apoyando los esfuerzos británicos) como si no existiera Libro blanco”.
Dando un salto histórico, podemos ver una visión sumamente pragmática en la figura de Menahem Beguin al firmar un acuerdo de paz con Egipto poniendo fin a 31 años de hostilidades. Para entender porque Beguin califica como pragmático hay que remontarnos a quien era Beguin.

Fiel seguidor de las ideas de su mentor Zeev Jabotinksy, Menahem Beguin era un “maximalista”. Una persona que entendía (y militaba políticamente) para lograr la soberanía judía sobre todo el territorio del mandato británico de palestina. Sin embargo, cuando Anwar- Sadat presidente de Egipto decidió avanzar en negociaciones de paz, Beguin no lo dudo y no solo que se sumó al proceso, sino que devolvió a Egipto el territorio de la Península del Sinaí (3 veces el tamaño de Israel) a cambio de la paz con ese país. Renunciando de esa manera a sus reivindicaciones históricas.
Avanzando en la historia israelí vemos como la idea de Ben Gurion fue tomada por su heredero en el laborismo (Avoda), Itzjak Rabin al negociar los acuerdos de Oslo con la OLP (Organización para la Liberación de Palestina). Durante esa negociación Rabin fue sumamente criticado por los sectores que se oponían a la paz, por considerar que no era posible alcanzar ningún acuerdo mientras los sectores extremistas palestinos continuaban con el terrorismo (que en ese momento asesinaba semanalmente a israelíes en cafés, bares y autobuses).

Como fiel heredero de Ben Gurion, Rabin afirmo:
“Debemos poner esfuerzos en los acuerdos de Oslo como si no hubiese terrorismo y luchar contra el terrorismo como si no hubiese acuerdos de Oslo”
Nuevamente el pragmatismo gano la batalla.
Isaac Herzog quien fue líder del partido laborista y sirvió como líder de la oposición a Netanyahu entre 2013 hasta 2018 también retomo esta idea que ya podríamos calificar como “sionismo pragmático”.

Ante los tímidos acercamientos que hubo entre Netanyahu y Mahmoud Abbas mediados por el entonces Secretario de Estado Estadounidense John Kerry, Isaac Hertzog continuo la política de sus dos antecesores.
Al ser preguntado por su opinión sobre estos acercamientos el afirmo:
“Hay que avanzar en las negociaciones de paz con los palestinos, como si no existiese Hamas, y golpear a Hamas en la franja de Gaza como si no existiese proceso de negociación”
Hasta aquí el lector podrá darse cuenta que el pragmatismo es un estandarte de la política israelí.
Pero, ¿Podremos leer el acuerdo de establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y Emiratos Árabes Unidos en esta clave?
La respuesta es sí y no.
No porque Netanyahu no es Ben Gurion, no es Itzjak Rabin y mucho menos Isaac Herzog. De hecho, fue un acérrimo opositor de los últimos dos. Sin embargo, como se mencionó al principio de esta nota, lo que une al sionismo es mucho mas fuerte que lo que lo divide. Si bien todos ellos son opositores, todos tienen una misma similitud.
Así como los pensadores del nacimiento del sionismo creían en la imperiosa necesidad de crear un estado judío, todos los políticos mencionados en esta nota creen en la paz. Obviamente, difieren en como alcanzarla.
Es entonces que podemos afirmar que Netanyahu también se guio por el pragmatismo a la hora de acordar la paz con Emiratos Árabes Unidos.
El acuerdo con E.A.U prevé frenar la tan famosa “anexión israelí de territorios en Cisjordania”. ¿Está de acuerdo Netanyahu con frenar la anexión de territorios en Cisjordania?
Hemos visto a Netanyahu convocar a la dirigencia palestina a las negociaciones en el marco del plan de paz de Trump. ¿Cree sinceramente Netanyahu en la idea de un estado palestino?
Honestamente no lo sabemos, pero es claro que el pragmatismo también guio al Primer Ministro israelí a alcanzar un acuerdo histórico que beneficiara a Israel y abre las puertas a un nuevo ordenamiento geopolítico de Medio Oriente.
Entonces, quizás sea el pragmatismo lo que mas haya guiado a los pensadores sionistas y los políticos israelíes a lo largo de la historia. Un pragmatismo que fue y es funcional pero que también esta basado en valores.
La idea de un estado judío y democrático, un estado judío en su tierra ancestral pero que esta obligado a respetar a todas sus minorias, un estado innovador y que esta abierto a ayudar donde sea necesario.
Un estado donde el pragmatismo fue y es la clave de su éxito.
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