Para que una sociedad sea considerada apartheid, debe tener, por definición, una separación racial y/o étnica marcada y defendida por la ley. En Israel, tal situación no existe.
Línea de bus 78, camino al mercado “Mahane Yehuda”. Tomo asiento.
En frente mío, un judío ultraortodoxo, a mi izquierda una mujer árabe, y en el fondo del bus, una pareja homosexual. Imágenes como esta no son para nada extrañas en el día a día del ciudadano Israelí.
Para entender por qué Israel no es un Estado “apartheid”, primero hay que definir: ¿qué es Apartheid?
La Real Academia de la lengua Española define el apartheid como la segregación racial, y toma como base los años del Apartheid Sudafricano. Entonces, ¿qué se requiere para ser un Estado Apartheid?
Se requiere un paralelo a la situación Sudafricana en la segunda mitad del siglo XX, es decir: servicios higiénicos separados entre razas, barrios segregados por ley, establecimientos donde solo se sirve a ciertas razas, Estado pleno de derecho solo para una o ciertas razas, buses separados entre razas, entre tantas otras situaciones de segregación.
Como mencionamos, en los buses en Israel no existe una separación racial, puedes encontrar a un palestino musulmán, como a una judía ultraortodoxa al costado. De hecho, por ley Israelí la segregación de buses es ilegal. Lo mismo ocurre con los baños, los barrios – entiéndase que, aunque hay barrios predominantemente judíos y predominantemente árabes, la ley prohíbe la discriminación racial, y por ende la ley no segrega los barrios entre árabes y judíos –, y toda otra situación donde se requiere segregación para considerar que en una sociedad hay apartheid.
Uno de los mayores propulsores de la idea que Israel es un Estado apartheid es Omar Barghouti, co-fundador del movimiento BDS. Lo que pocos saben es que Barghouti, un árabe Qatarí, es egresado de la Universidad de Tel Aviv, en Israel. ¿Cómo puede alguien plantear que Israel es un Estado segregador entre judíos y árabes cuando ciudadanos árabes locales y de otras partes del mundo estudian en universidades israelíes?
Además, los ciudadanos árabes de Israel tienen representación parlamentaria democrática. En el Parlamento israelí actual hay 10 parlamentarios de origen árabe, por medio de los partidos árabes israelíes Ra’am y Hadash-Ta’al (cabe recalcar que uno de ellos es druso, mientras los demás se identifican como árabes). Ni en los territorios controlados por la Autoridad Nacional Palestina tienen representación electa de gobierno, pues tanto en Cisjordania como en Gaza, no existe la democracia, mientras que, en Israel, la democracia es plena y todos sus ciudadanos, sean de la religión o la etnia que sean, votan y participan.
En conclusión, no solo podemos decir que la afirmación de que Israel es un “Estado apartheid” es una falacia, si no que el Estado de Israel es lo contrario al condenable régimen sudafricano de antaño. En Israel los ciudadanos árabes no son oprimidos, todos tienen igualdad de derecho bajo la ley. Es más, los líderes de los movimientos que afirman esta idea errónea, se han beneficiado del Estado de Israel, ya sea por títulos universitarios obtenidos en universidades del país o consiguiendo financiamiento de otros antisemitas en el mundo para continuar la mentira.
Ariel Cohen, Maccabi HaTzair, Chile
Eric Feldman, Hanoar Hatzioní, Perú
Leon Eskenazi, Hanoar Hatzioní, Perú
Dan Sabaj, Macabi Tzair, Uruguay
Nicolás Steiner, Macabi Tzair, Uruguay
Javier Pupkin, Maccabi HaTzair, Chile
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