Rab Jonathan Sacks (1948-2020) fue el embajador global más elocuente, claro y popular del judaísmo ortodoxo moderno. Fue un rabino y filósofo de primer nivel, educado en las principales instituciones británicas, dedicado a clarificar el mensaje del judaísmo al público general: su objetivo era responder a los desafíos contemporáneos desde la rica tradición judía, mostrándole a judíos y no judíos la relevancia de la Torá en todas sus facetas.
Echemos una ojeada superficial a sus libros y veamos los temas principales: la importancia de la tradición judía; el pluralismo dentro de la Torá; el futuro del pueblo judío; los aspectos sociales de la fe; la política y la religión; los peligros de la polarización al interior del judaísmo; la política; la economía; la libertad y la democracia; el individualismo y la sociedad moderna; el diálogo interreligioso; el respeto a la diferencia; el activismo social; el liderazgo; la religión y la ciencia; el terrorismo; el choque de civilizaciones; la violencia religiosa; la moral. Además, comentarios a varios textos tradicionales : el Jumash, el Sidur, Majzorim y la Hagadá de Pesaj.
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Para el Rabino Sacks, el judaísmo tiene que estar comprometido con el mundo: el judío debería ser la voz de la conciencia de la humanidad, una voz de protesta contra las injusticias, la inmoralidad y la corrupción. El ideal mesiánico nos proyecta hacia un futuro mejor: esa esperanza es la clave para no caer en el nihilismo ni en la resignación. En un mundo globalizado e hiperconectado pero también cada vez más polarizado y tribal, Rab Sacks siempre fue un moderado, que buscó puntos de contacto y abrió puentes: su ideal era un judaísmo comprometido profundamente con la tradición y abierto al mundo. El mundo necesita a los judíos y los judíos necesitan al mundo.
Contra las posiciones fundamentalistas, siempre argumentó que hay una complementariedad entre Torá y ciencia. La ciencia explica, analiza y describe; la religión da sentido, integra y demanda. ¿Por qué la Torá está escrita como una narración en vez de un tratado de filosofía? Porque la vida se da en forma de narrativa: somos sujetos con una biografía particular que no puede ser reducida nunca a un universal. Toda verdad en este mundo terrenal es limitada, parcial e imperfecta, que se descubre de manera progresiva. La Torá solamente puede ser implementada en esta realidad imperfecta si nos tomamos el trabajo de descubrirla: conocer al mundo mediante la ciencia para transformarlo mediante la Torá.
Rab Sacks defendió seriamente la división entre Estado y religión precisamente para que la religión cumpla su rol en el debate público. Si la religión se pone al servicio del Estado, se convierte en tirana y despiadada. Si la religión se retrotrae al ámbito de lo privado, pasa a ser inútil e irrelevante. La religión tiene que ser una voz crítica del poder. El pacto – la categoría fundamental del pensamiento político judío- construye a la sociedad y le da su fundamento último: genera compromiso y responsabilidad colectiva en base a pautas de conducta comunes. El gran peligro postmoderno es la ruptura del orden social colectivo y el surgimiento del individualismo excesivo y el tribalismo: contra estas tendencias, debemos enfatizar que – justamente por nuestras diferencias- podemos dialogar, encontrar puntos en común y respetar nuestras divergencias.
En los últimos años, el Rab Sacks se abocó a un objetivo bien concreto: educar e inspirar a una nueva generación de líderes. Su objetivo era claro: llevar un paso más allá estas ideas y plasmarlas en la práctica a nivel global, independientemente de su investidura rabínica. En los últimos días, recibí la misma pregunta varias veces: ¿quién puede reemplazar a Rab Sacks? Se me ocurren varios embajadores públicos, intelectuales, rabinos, divulgadores o líderes que pueden, en conjunto, llenar parte del vacío. Sin embargo, Rab Sacks es irremplazable porque conjugó todos esos roles en una sola persona: por profundidad, popularidad y convicción moral, no hay nadie que pueda comparársele.
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