“El Sionismo es una mancha repugnante que debe ser extirpada poco a poco”
En una era en la que ser abiertamente antisemita no es políticamente correcto, realmente se necesita mucho sentimiento de odio y una sensación de avasallante impunidad para pronunciar tamaña frase en una entrevista.
Transformándose en una versión casi obscena de sí mismo, o quizás la más auténtica de todas su versiones, Roger Waters ya no repara en mostrarse como lo que es: un verdadero y acabado antisemita.
Ya puede dejarse de lado cualquier discusión que pudo haber existido sobre si su perfil políticamente incorrecto y crítico podía hacerlo parecer algo que no era. A no confundirse, él voluntariamente se encargó de finalizar esta disputa con sus incesantes muestras de odio.
La última de ellas es demasiado explícita como para parecer real, pero como siempre, la realidad supera a la ficción. El pasado 20 de junio, el músico dio una entrevista al medio Shebab News Agency, íntimamente vinculado a la organización terrorista Hamas, en la que no sólo pronunció la frase que encabeza la presente nota, sino que expuso su particular visión de uno de los temas más importantes en el presente como lo es el asesinato de George Floyd, quien el 25 de mayo del presente año fue asesinado en Estados Unidos en un típico caso de brutalidad policial.
El hecho fue grabado y sus imágenes difundidas, por lo que todo el mundo pudo ver como el homicida retuvo en el piso a la víctima durante varios minutos, haciendo presión con la rodilla sobre la nuca del detenido, hasta que este último perdió el conocimiento y falleció producto de la asfixia. El asesinato tuvo un gran impacto social, impulsando a que millones de personas alzaran sus voces pidiendo justicia y el cese del racismo contra la población negra.
En la mencionada entrevista, el músico vinculó directamente al Estado Sionista con el episodio, afirmado que los israelíes inventaron la técnica utilizada para matar al ciudadano estadounidense. Incluso, Waters explicó que Israel envió expertos a Estados Unidos para enseñarle a la policía norteamericana cómo asesinar a la población negra, utilizando los métodos que emplean contra los palestinos y de las cuales están muy orgullosos.
Solamente una cabeza alocada y podrida de odio podría esbozar tantos disparates, conectando hechos, personas y situaciones tan alejadas. Llama poderosamente la atención cómo un individuo puede analizar un nuevo episodio racista en EEUU, con toda su historia y presente profundamente vinculado al racismo, e intentar involucrar al Estado de Israel en el medio.
Luego de semejantes afirmaciones, Roger Waters publicó una nota en su página web en la que buscó hacer algunas aclaraciones sobre su entrevista. Únicamente pidió disculpas al judaísmo por haber acusado a un judío norteamericano de ser el titiritero que maneja el gobierno desde las tinieblas. Aparentemente, no siente remordimiento alguno por tratar al sionismo como una mancha repugnante que debe ser extirpada.
Por su parte, también aprovechó la ocasión para aclarar que a pesar que Israel sí comparte prácticas racistas y tecnologías represivas con USA, no fueron las fuerzas sionistas las que enseñaron la técnica en particular utilizada en el asesinato de Floyd, tal como había afirmado anteriormente.
Si esas son sus disculpas, mejor se hubiera quedado callado. Paradójicamente, el músico tituló su publicación “Para ser más claro”, cuando en los hechos nunca fue tan claro y transparente como en el reportaje.
Todo lo antedicho toma mayor dimensión cuando se lo vincula a los antecedentes que Roger Waters tiene en relación a su odio al sionismo y el pueblo judío. A modo de ejemplo, se puede citar su incesante participación en el “Movimiento de Boicot, Desinversión y Sanción” al Estado de Israel (BDS), incluyendo el constante llamado a otros artistas para que no realicen conciertos en dicho país.
Asimismo, en sus shows se destacó la utilización de un cerdo inflable, con un dibujo de un Maguen David, entre otros símbolos, que remite a la iconografía antisemita medieval alemana de Judensau o “cerda judía”, mediante la cual se denigraba y humillaba a los judíos. Es importante destacar que dicho cerdo representaba, en palabras del artista, “el mal”.
También sobresalen sus continuas acusaciones, de claro tinte antisemita, respecto que los medios de comunicación están controlados por el lobby judío, así como sus comparaciones entre Israel y la Alemania nazi, en un acto totalmente banalizador de lo sucedido en la Shoa.
Roger Waters no se quedó callado ante las acusaciones de antisemitismo, y siempre ha alegado, al igual que algunos de sus fans, que él no está en contra de los judíos, sino del Estado de Israel. Incluso, llegó a esbozar la infame frase “tengo muchos y muy buenos amigos judíos”. A su vez, rechazó ser antisemita alegando que la Liga Antidifamación se había manifestado en contra de dicha idea. Desafortunadamente para él, esta organización revirtió su definición luego de la retórica del músico en los últimos años.
El artista tampoco dejó pasar la oportunidad de manifestar que está profundamente en contra del nazismo y de su significado, exponiendo que su propio padre falleció combatiendo al Eje en la Segunda Guerra Mundial. Sus reiteradas comparaciones entre el Estado Sionista y el nacionalsocialismo parecería indicarnos que no conoce tan en profundidad aquello a lo que dice oponerse, o acaso el odio ya nubló totalmente su juicio.
Todas y cada una de sus defensas nos permiten vislumbrar que estamos en presencia de uno de los más claros exponentes del nuevo antisemitismo, cobardemente maquillado bajo los ropajes del antisionismo.
Por supuesto que las políticas de Israel pueden ser criticadas, tal como sucede con todos los demás países. Sin embargo, Roger Waters cruza el umbral de la crítica política para adentrarse en el más profundo odio antisemita. En la actualidad, existen diversas fuentes que permiten trazar la línea que separa tan distintas conductas, siendo fundamental destacar los siguientes puntos:
1) Una cosa es criticar las políticas del gobierno israelí elegido democraticamente, y otra es atacar a Israel como Estado o poner en duda su derecho a existir. Muchas veces podemos no estar de acuerdo con algo que se hace en nuestros respectivos países y no por ello se cuestiona su legitimidad como Nación, tal como sí sucede con el Estado Judío.
2) Si una persona, en virtud de sus ideas o pensamientos, critica a Israel por alguna medida adoptada, pero no lo hace con el resto de las naciones que también la realizan, entonces no es precisamente su ideología la que la está conduciendo, sino su antisemitismo.
Esto último se extiende también a las reacciones que un individuo tiene ante cada una de las violaciones que en principio contrarían sus normas morales. Para entender mejor esto, volvamos al protagonista de la nota.
Como dije anteriormente, Roger Waters es uno de los mayores referentes del movimiento de Boicot a Israel, presuntamente impulsado por su oposición a la hipotética y sistemática violación de derechos humanos por parte del Estado Sionista. Ahora, desde su óptica, ¿es Israel el único país que viola dichos derechos?.
Claramente, algún simpatizante del músico podría alegar que en cada uno de sus conciertos el artista denuncia situaciones que se viven en los países que visita. Lo que me pregunto es, ¿a cuántos de ellos boicotea?. Llama poderosamente la atención que, desde su perspectiva, ninguno de los países que integraron su última gira cometen violaciones de los DDHH que ameriten un boicot, más aún si se considera que visitó más de 40 países, incluyendo la Argentina, Brasil, México, EEUU, Rusia, Polonia, Hungría, entre otros.
Nada de lo antedicho pone en duda su calidad como músico. Es una persona talentosa, pero no por ello impune. En mi caso, no soy un gran admirador de su trabajo, pero puedo entender las contradicciones que genera en sus seguidores el confrontar que uno de sus referentes es antisemita.
Durante años su actitud podía confundir al público, aparentando ser sencillamente una persona extremadamente crítica. Nadie está exento de haber en algún momento hasta defendido dicha visión. No obstante, sí sería un error persistir en su defensa con tal de no procesar ni enfrentar el dolor de sentirse decepcionado por su idolo.
El mundo está lleno de personas que piensan y actúan como este músico, algunas con más o menos cajas de resonancia. Sin embargo, no debemos cambiar nuestra reacción u opinión nublados por lo que el personaje significa en su rubro. No debería alterar nuestra condena si el mensaje fue dicho con una guitarra en la mano o una bandera de Hamas en los hombros.
Los últimos años parecen demostrarnos que Roger Waters ya no pretende esconderse más, y se muestra al mundo como lo que es, un antisemita. No lo digo yo, lo dice él:
“El Sionismo es una mancha repugnante que debe ser extirpada poco a poco”.
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