Una canción sobre la cuarentena repleta de alusiones bíblicas, talmúdicas y cabalísticas: tres millones y medio de reproducciones en Youtube y contando…
La nueva cara de la cultura israelí: rock religioso sefaradí.
Ishai Ribo escribe un hit tras otro: canciones con ritmo pop-rock, tintes de música árabe tradicional y letras religiosas. Nació en Francia en una familia sefaradí tradicional-religiosa, hizo aliá a los ocho años, estudia en un kolel y da conciertos multitudinarios para públicos religiosos y seculares. ¿Una estrella pop con canciones que hablan de Dios y la fe, salpicadas de referencias bíblicas, talmúdicas y cabalísticas? Sí, y eso hoy es mainstream en Israel, amigo.
Vean y escuchen Keter Melujá la canción con traducción al español.
¿Ya está? Podemos seguir.
El tiempo lo mide la perashat hashavúa (terumá, tetzavé, ki tisá, etc). El ciclo de expansión del coronavirus lo marca el “calendario judío”: la canción se extiende de Purim a Pesaj (en una versión más actual y corregida, Ribo sumó al mes de Adar, nosotros ya podemos sumar Shavuot y vaya uno a saber si tendremos que agregar Rosh Hashaná, Yom Kipur y Sukot).
Ishmael, Edom e Israel: el mundo islámico[1], el mundo cristiano[2] y el mundo judío. Tres civilizaciones unidas por un enemigo invisible. Finalmente unidas, por la gracia del ¿virus? ¿Dios?
No hay hombre en la ciudad ni hombre en el campo: el desierto de la cuarentena, las calles vacías. Dos alusiones: “no hay hombre” es la falta de líderes y de responsabilidad mutua[3]; el “hombre en el campo” es Esav (o sea: Edom, el mundo cristiano, la espada brutal y violenta)[4].
La torre de Babel: confusión de lenguas e ideas, dudas, vacilaciones[5]. La humanidad unida por un objetivo en común: romper el “malvado decreto”, la pandemia mortal del coronavirus.
Y, finalmente, salgamos, mi amado, a recibir a la novia[6], el Shabbat del mundo, la redención, la corona del reinado. Alusión obvia (para el que pueda codificar la alusión cabalística) al Mashiaj[7]. Keter, corona, coronavirus.
Quiero estar con vos (¿Dios? ¿Un abuelo/a? ¿Un/a amigo/a?) y no estar solo. Quizás estar con el prójimo – un ser querido, alguien que lo necesite- sea equivalente a estar con Dios.
Oye, Israel, D-s es uno y su nombre es uno. Shemá Israel, H’ ejad ushmó ejad.
Más allá de las disputas políticas sobre la religión en el espacio público, las acusaciones de discriminación estructural de sefaradim y etíopes y las peleas entre religiosos y seculares, asoma una nueva cultura israelí, paradójicamente más religiosa y más pluralista, y también más oriental y más norteamericana de lo que hubieran imaginado Ajad Haam o Ben Gurión. Sin embargo, creo que estarían orgullosos de Ishai Ribo: después de todo, el sincretismo y la mezcla cultural (el famoso mishmash), es una de las características de la sociedad israelí y el renacer judío en su tierra desde sus comienzos.
Notas:
[1] Bereshit 16-17 y 25.
[2] La Torá está repleta de menciones a Edom y su identificación con Esav es explícita (Shemot 25:30). La fuente más antigua que conozco que conecta a Edom con Roma y el cristianismo es Taanit 4:8, Talmud Yerushalmi.
[3] Shemot 2:12, Pirke Avot 2:5.
[4] Bereshit 25:27.
[5] Bereshit 11:1-9.
[6] “Lejá, Dodi, likrat kalá”, poema que leemos cada Kabalat Shabbat.
[7] “Keter melujá”. “Keter” y “maljut” son sefirot. En pocas palabras, y a riesgo de simplificar, “el dominio de Dios”.
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