Cuando nuestro antepasado Iaacov (Jacobo) regresó a Israel después de más de veinte años de distancia, se acercó a su hermano Esav con un mensaje de buena voluntad, y recibió la noticia de que Esav estaba en camino para encontrarse con él, junto con varios cientos de hombres armados. Iaacov necesitaba prepararse para la batalla. El versículo relata (Bereshit 32: 8): “Y Jacob estaba muy asustado y angustiado”. ¿Qué había detrás de las dos emociones diferentes que sintió Iaacov? El comentarista medieval Rashi explica que Iaacov temía su propia muerte y, además, estaba angustiado por la posibilidad de que tuviera que matar para poder defenderse.
Algo más recientemente, Golda Meir pareció expresar un sentimiento similar: “Podemos perdonar a los árabes por matar a nuestros hijos. No podemos perdonarlos por obligarnos a matar a sus hijos “.
Analicemos la diferencia. Iaacov temió primero por su propia muerte. No cabía duda de que tenía todo el derecho a defenderse y lo haría. Sin embargo, al considerar las consecuencias de la defensa propia, Iaacov se enfrentó a la angustia al comprender que defenderse a sí mismo puede resultar en la muerte de otros.
Para Iaacov, no era una cuestión binaria: no podía consolarse con la perspectiva de matar solo porque se estaba salvando a sí mismo. Al contrario, eso agravó su miedo.
Israel tiene el derecho, de hecho una obligación, de proteger a sus ciudadanos de cualquier daño (sabemos que esto es cierto, Joe Biden lo sigue afirmando). La protección no es solo defensiva: utilizar la Cupula de Hierro y correr a los refugios contra bombas con cada sirena. Israel también debe reducir la capacidad de Hamás para seguir disparando cohetes mediante ataques selectivos; no puede permitir que su población viva con el temor constante de los ataques. Y eso tiene consecuencias. Los palestinos inocentes que viven en Gaza morirán.
Aquellos con opiniones mas de derecha podrían decir “Sí, pero votaron por Hamas”, así que se lo esperaban. No. No merecen morir simplemente por cómo votaron. La mayoría de la población de Gaza son prisioneros del régimen totalitario islamista. No optaron por que los lanzacohetes estuvieran integrados en escuelas y hospitales, ni eligieron que la ayuda humanitaria se apropiara indebidamente para la construcción de túneles y cohetes. La batalla es entre Israel y Hamas, y los habitantes de Gaza son peones, utilizados por Hamas para ganarse la simpatía del mundo.
Quienes sostienen opiniones mas de izquierda, por otro lado, demonizaran la respuesta de Israel como “brutal” y hablaran de “oleadas de bombardeos” que carecen por completo de contexto. Cada ataque israelí debe justificarse ante algo así como un comité de ética sobre la base de los logros militares frente al daño colateral consiguiente (a diferencia de los cohetes de Hamas, que apuntan indiscriminadamente hacia la población residencial). Culpar de las acciones de Hamas a “la ocupación” es una burda simplificación: desde que Israel se fue de Gaza en 2005, ha sido un estado de facto con Hamas a cargo. Imponer la obligación por completo a Israel de hacer la paz no es razonable. No puede proteger a sus ciudadanos de los ataques de Hamas sin sufrir pérdidas civiles en Gaza.
Golda Meir adoptó una perspectiva diferente a la de Iaacov, imaginando un futuro pacífico en el que podría mirar atrás y reflexionar sobre las acciones que Israel debía tomar. Al hacerlo, se sintió peor por las acciones necesarias para defenderse que por la muerte de sus propios ciudadanos. No sabemos cómo se sintió como líder que toma decisiones que tendrían terribles consecuencias para los enemigos de Israel.
El enfoque de Iaacov representa las emociones encontradas de librar una guerra defensiva. En esa situación, la vida de uno mismo y de la propia nación sigue siendo la máxima prioridad, pero al mismo tiempo uno no puede ser insensible ante la inevitable pérdida colateral. No es un caso simplista de blanco y negro, sino los incómodos tonos de gris intermedios en los que podemos temer por nuestras vidas y angustiarnos por lo que les sucede a los demás. Ese es el mundo real.
Comentarios de post