״לֹֽא־יִשְׂא֞וּ גּ֤וֹי אֶל־גּוֹי֙ חֶ֔רֶב וְלֹא־יִלְמְד֥וּן ע֖וֹד מִלְחָמָֽה”
“Lo isָú goi el goi jerev, velo ilmedu od miljama”
Para el pueblo judío, el establecimiento del Estado de Israel es el evento más importante de los últimos mil años. A partir de entonces, cambiaron los paradigmas sobre lo que significa ser judío y, en especial, sobre cuál debe ser el futuro del pueblo. En la Declaración de Independencia se destaca una frase:
“El Estado de Israel (…) se basará en los fundamentos de la libertad, la justicia y la paz, a la luz de la visión de los profetas de Israel”.
Ahora bien: ¿cuáles son esas visiones? ¿qué sucede cuando hay contradicciones entre ellas? Y lo más importante: ¿a qué se parece la paz con la que soñaron los profetas de Israel?
En la Torá, tras el largo viaje del pueblo judío desde Egipto hasta Canaán, la conquista de la Tierra Prometida por parte de Iehoshuá, y los jueces, el libro de Shmuel cuenta el cambio drástico en el “sistema de gobierno”. El pueblo exige un rey, y junto a él, se crea la figura del profeta, por lo que, durante los años del Reino Unificado, del Reino de Israel y Iehudá, coexistieron reyes, profetas y profetisas. Si bien el liderazgo político se concentró en la figura del rey, y el liderazgo espiritual en las figuras de los cohanim y los leviim, sin duda alguna, el liderazgo moral lo desempeñaron los profetas.
Desde una mirada más profunda, nos damos cuenta de que el rol del profeta no es solo predecir el futuro y ser el intermediario entre el pueblo y el mensaje de Dios, sino que su tarea es más similar a la del procurador general de la nación, ya que viene a encarrilar al gobierno cuando éste se desvía, y a advertir a la gente sobre el peligro de la negligencia y de los pecados. Pero lo que hace que el profeta sea en verdad significativo es el hecho de que, al fin y al cabo, el standard moral que exige es, en esencia, el sentimiento Divino. En su obra monumental “Los Profetas”, A. J. Heschel explica:
“El profeta no es solo un profeta. También es poeta, predicador, patriota, estadista, crítico social, moralista. Ha habido una tendencia a ver la esencia y el significado principal de la profecía en la exhibición de estos aspectos. Sin embargo, esto es una interpretación errónea de la naturaleza intrínseca de la profecía”.
Una de las temáticas más recurrentes en los textos proféticos es la del fin de los tiempos. Claro que no sabemos cómo terminará nuestro mundo, pero las profecías nos ayudan a comprender el ideal que proponen Dios y los profetas, tanto para el pueblo de Israel como para el mundo entero. Al mencionar la utopía, el objetivo es usarla como un destino, un norte para toda la nación. En efecto, esta es la esencia del rol de los profetas de Israel.
Cuando hablamos de paz, rápidamente se destacan dos profetas que trajeron visiones impotentes y universales. Tanto Ieshaiahu (Isaías) como Mija (Miqueas) vivieron en el siglo 8 a.e.c., presenciaron la destrucción del Reino de Israel y profetizaron que, en el fin de los tiempos, como humanidad, tendríamos que alcanzar un mundo sin guerras. A pesar de sus semejanzas, podemos ver una gran diferencia entre ambas profecías:
Según Ieshaiahu, en el final de los tiempos todos los pueblos y las naciones se encontrarán en la casa de Dios en Jerusalén, donde aprenderán los caminos de Dios y lo seguirán, cambiando las armas por herramientas de agricultura, terminando así, de una vez por todas, con la guerra.
La visión de Ieshaiahu es fuerte y clara. El último versículo de la profecía incluye su mensaje central: la aspiración de que no haya más guerras en el mundo. Para lograr esto, Jerusalén tiene el importante rol de reunir a todos los pueblos para, de este modo, convertirse en el punto de encuentro y educación para alcanzar la paz. Asimismo, Ieshaiahu cuenta que la paz mundial llegará cuando todos los pueblos sigan al Dios de Iaakov o a su visión de paz.
Mija profetiza un futuro similar al de Ieshaiahu, en especial en sus primeros tres versículos. Por ello, podría decirse que el texto es casi una copia del anterior, con apenas algunos pequeños cambios. Para este profeta, el máximo objetivo de la humanidad también es el fin de la destrucción mutua y el comienzo de una construcción colectiva de un mundo mejor. Pero tras la aparente repetición de las palabras de Ieshaiahu, en los versículos 4 al 5 Mija agrega un elemento importante que cambia la percepción general: los judíos seguirán al Dios de Iaakov, pero los demás pueblos y naciones seguirán, cada uno, a su propia divinidad. Mija entiende la importancia de Jerusalén como lugar unificador y como fuente de la palabra divina, pero para él, la paz no es homogénea y no niega al otro, sino que, por el contrario, la unión entre los pueblos se da, precisamente, en la comprensión de la diferencia y en la aceptación de la fe del otro.
Para este profeta, la voluntad de Dios para la humanidad se hará realidad cuando nadie se sienta amenazado en su viña y en su higuera.
El poderoso mensaje de paz de estos profetas tiene gran influencia en la actualidad, y fue elegido en forma correcta para figurar en la sede de la ONU en Nueva York. Muchos comentaristas, estudiosos e investigadores discutieron las semejanzas y diferencias entre ambas visiones. Hay quienes entienden el final homogéneo de Ieshaiahu como el verdadero, y quienes ven la verdad en el pluralismo de Mija. De todos modos, Iejezkel Kaufmann, famoso investigador del Tanaj, explica que las profecías de paz de Ieshaiahu y de Mija abren un nuevo capítulo espiritual en la fe judía, cuyo objetivo es el discurso universal que abraza a todos los pueblos.
Sin duda alguna, la aspiración de un mundo sin guerras y en paz, junto al rol central de Jerusalén en este objetivo, es compartida por ambos profetas, y espero que este sea el norte de la conciencia moral del judaísmo, hoy y mañana, tal como lo establecen los libros de los profetas y la Declaración de Independencia del Estado de Israel.
Bibliografía:
-Revisado por Laura Saks”
– Libro de Ieshaiahu – Profetas
– Libro de Mija – Profetas
– Heschel, Abraham Joshua. The Prophets (New York: Harper & Row, 1962)
– כהן, יהונתן. ״צבת בצבת עשויה: אמונה, גלות וחזון הגאולה בהגות יחזקאל קויפמן״, השילוח 12, כסלו תשע״ט, עמ׳ 167-189.
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