El reciente fallo del Tribunal Superior de Justicia de Israel reconociendo a las conversiones al judaísmo realizadas a través de los movimientos reformistas y conservadores volvió a reavivar la llama sobre un tema que no solo divide a la sociedad israelí, sino que también al mundo judío. Para Con Israel y por la paz escribe David Arias Rabino de la comunidad Kehilat Moriah en Haifa.
Un poco de historia.
Vamos a poner en contexto el tema conversiones, por lo que tendremos que explicar dos datos históricos importantes. El primero de ellos es el famoso status quo, un documento que precede a la creación del Estado de Israel mediante el cual el futuro gobierno le promete a un sector ultra ortodoxo de la población mantener determinadas directrices en temas religiosos. De allí que algunos asuntos primordiales en la relación religión-estado hayan quedado en manos de la Rabanut, como, por ejemplo: La Kashrut, los matrimonios, los divorcios y las conversiones. Hay otros temas como por ejemplo el respeto del Shabbat en la esfera pública o temas de educación. Dado que estamos hablando de las conversiones nos vamos a enfocar en esto. Estas promesas fueron fundamentales para asegurar el apoyo de los sectores ultra religiosos antes de crear el Estado. De allí que la Rabanut hasta el día de hoy tenga tanto poder. En resumen, las conversiones quedarían oficialmente a cargo del Rabinato Oficial, ortodoxo.
El otro punto histórico es la Ley de retorno. Esta ley, promulgada en 1950, le brinda a toda persona judía, la posibilidad de establecerse en Israel y recibir ciudadanía israelí con todo lo que ello implica en cuanto a beneficios y obligaciones. La ley fue actualizada en 1970 incluyendo como beneficiarios de la misma, a hijos de un padre judío y una madre no judía, parejas no judías de una persona judía, y también nietos de un abuelo judío. En todos estos casos el beneficiario puede no ser halájicamente judío (judío según la ley judia), y aun así recibir ciudadanía Israelí. A efectos del Jok HaShvut (ley del retorno) son judíos quienes nacen de madre judía o bien, se convirtieron al judaísmo. En este sentido hay que recordar dos cosas: La ley de retorno no establece qué tipo de conversión se debe realizar para ser beneficiario de la ley, ni tampoco se establece un parámetro de la Halajá que indique, cuál es el proceso de conversión válido para la ley. Esto tiene diversas consecuencias, por ejemplo: Un ciudadano israelí, no judío, pero que obtuvo su ciudadanía por medio de la ley del retorno, no puede casarse por medio de la Rabanut, puesto que la misma no lo considera judío. Ese mismo ciudadano si quiere, puede convertirse al judaísmo. Incluso puede hacerlo si lo desea a través del Movimiento Reformista o Conservador (Masorti).
Para concluir con el resumen histórico, vamos a mencionar dos hitos que sí han tenido consecuencias en la realidad. Desde finales de los años ochenta, Israel reconoce las conversiones realizadas por corrientes no ortodoxas, con el objetivo de otorgarle a esas personas ciudadanía israelí. Esto se ya se realiza hace más de 30 años, en conjunto las corrientes más liberales con el Ministerio del Interior y también con la Agencia Judía. Esta última verifica que las comunidades de las que provienen los conversos sean reales, activas y no un grupo de personas haciéndose pasar por judíos. En muchas ocasiones, han sido los propios conservadores y reformistas los que han denegado procesos de conversión de “judíos” mesiánicos y otros. El segundo hito importante es que desde el 2005, el Estado de Israel reconoce las conversiones Masortí (Conservadoras) en Israel como válidas para ser registradas en el Ministerio del Interior. Siempre y cuando esa persona ya tuviese ciudadanía israelí. Hasta hace algunos años en el documento de identidad israelí (Teudat Zehut) figuraba la religión de la persona. Si alguien convertido al judaísmo por medio del Movimiento Masortí o Reformista quería declararse como judío en su documento de Identidad podía hacerlo. Por último, cabe señalar que ninguno de estos reconocimientos le da a la persona el carácter judío ante la Rabanut (Rabinato ortodoxo).
¿Ma Nishtaná? ¿Qué cambió?
Hoy la legitimidad de la Rabanut está en caída, el número de parejas que se casan fuera de la Rabanut aumenta cada año. Organizaciones como Tzohar y otros, dan servicios de Kashrut alternativos, así como también ofrecen una alternativa a los temas de casamiento. Podríamos decir que a cada uno de los puntos del status quo se le ha encontrado una salida, excepto al tema de las conversiones.
A decir verdad, la sentencia de la corte no cambia mucho las cosas desde la práctica, al menos en el corto plazo, en lo inmediato. Sin embargo, vuelve a poner los famosos “temas país” sobre la palestra. Con un porcentaje importante de la población vacunada, y próximos a una nueva elección (la cuarta en dos años), Israel vuelve a hablar de los temas que la dividen. Las conversiones son un tema sensible para todos los sectores políticos.
Lo que cambia esta vez, es que Bagatz, la Corte Suprema dice que no seguirá esperando por un lado, y que por el otro tampoco quieren seguir metiéndose en este tema. El dictamen no cambia la ley existente, porque simplemente no hay una ley que lo regule. No existe en Israel una ley que regule las conversiones, no las ortodoxas, no las de la Rabanut, no las ortodoxas o jarediim privadas, simplemente no existe.
No existe en Israel una ley que regule las conversiones, no las ortodoxas, no las de la Rabanut, no las ortodoxas o jarediim privadas, simplemente no existe.
Aún más, una de las razones por las que hemos llegado a este punto, es justamente porque no hay una legislación sobre este tema. La idea de la corte suprema hace 15 años era darle a la Memshalá (al gobierno) la opción de promulgar una ley que haga orden en este asunto. Al ser un país enormemente burocrático, el gobierno abrió distintas comisiones para intentar solucionar el tema. Entre ellas, Vaadat Nissim “La Comisión Nissim” llamada así por su presidente y casi único integrante, Moshé Nisim, otrora ministro de justicia de Israel. Su propuesta era crear un Instituto de Giur (conversión) estatal, independiente de la Rabanut, en el cual Rabinos (ortodoxos) de cada ciudad podían convertir a distintas personas. Este instituto estaría manejado por un directorio del que eventualmente podrían formar parte representantes del judaísmo conservador y reformista.
La idea no era perfecta para los liberales, pero era mejor que la situación existente. Entonces, ¿Por qué no prosperó? Por la negativa de los partidos ultra ortodoxos. Los jaredim se opusieron fuertemente, y el proyecto no se llevó a cabo. Hoy el mundo jaredí rasga vestiduras, cuando podrían haber evitado la situación actual si hubieran aceptado la milagrosa propuesta de Nissim.
Otro catalizador en la decisión, fue el caso de una mujer que se convirtió a través de un Beit Din Jaredí, privado, que no pertenece a la Rabanut. La mujer, que hasta ese momento no tenía ciudadanía israelí, presentó su querella ante la corte suprema, que falló a su favor. De allí que también se haya dado el paso que se dio esta semana. No se puede aceptar sólo UN tipo de conversiones fuera de la Rabanut.
Lo que cambió hoy, es el poder que le da la Corte Suprema israelí a las comunidades reformistas y Masortiot para que ellas manejen el Giur de acuerdo a su visión. En el dictamen dice que las comunidades liberales están lo suficientemente establecidas como para poder confiar en ellas. Y es cierto, los procesos de conversión reformista y masortí en Israel son muy serios. Se les pide a los candidatos estudiar y participar activamente en la comunidad. La corte suprema confía plenamente en esas comunidades, que, dicho sea de paso, son sus líderes los que en muchas ocasiones rechazan las peticiones de conversión de personas en Israel, entre otros motivos, por no poseer un estatus legal en el país. El judaísmo Masortí en Israel, así como también el Movimiento Reformista no convierten a personas que no tengan sus papeles al día en el país.
No es un debate Halájico (de ley judía)
El estado de Israel, de alguna u otra manera ya reconoce en cierta medida las conversiones realizadas en comunidades Reformistas y Masortiot o Conservadoras tanto fuera de Israel (para efectos de la ley de retorno), como dentro de Israel para los efectos del registro en el Ministerio del Interior. (Esto sólo implica que la persona es reconocida como judía). Sin embargo, faltaba el gran paso, poder darle la oportunidad a personas que viven en Israel como estudiantes, o residentes temporales, trabajadores u otros, de convertirse al judaísmo por medio de las corrientes liberales, y que ese mismo Giur les otorgue a esas personas la ciudadanía israelí.
Desde hace 30 años que se reconocen conversiones del exterior, desde hace 15 se reconocen parcialmente las que se hacen en Israel. En ninguno de estos casos la corte suprema ha hecho una proposición Halájica (desde la ley judia), sino desde la ley civil. El debate sobre cómo interpretamos las fuentes en las diversas corrientes, es un debate que debe realizarse entre Rabinos, Rabinas y las distintas comunidades. Israel en tanto Estado Judío, debe dar cabida a todas las corrientes, sean estas más o menos estrictas en el cumplimiento de la Halajá. Si Israel fuera una teocracia, se le debería entonces pedir al primer ministro, que respete Shabbat al pie de la letra, cosa que no se ha dado en ningún caso en los 73 años de la historia del país.
“Israel en tanto Estado Judío, debe dar cabida a todas las corrientes, sean estas más o menos estrictas en el cumplimiento de la Halajá.”
Sabemos que no es un debate de legislación religiosa judía también por las respuestas y las reacciones que han salido del mundo Jaredí. Ninguna de las respuestas se ha enfocado en una crítica a la forma en la que las corrientes liberales interpretan la ley judía. Más bien han vociferado insultos, mentiras y frases huecas sin sentido. Entre las reacciones del mundo político, el MK Miki Zohar dijo que “Ahora cualquiera va a poder convertirse en media hora”, haciendo alusión a la aparente poca seriedad en los procesos de conversion liberales.
El miembro del parlamento Yitzhak Pindrus de la lista Jaredí Ashkenazí, dijo en un panel que “Una soldada que se convirtió por medio de la Conversión del Ejército, no es judía, es una Shikse, una Goya (Goy en mujer) y si se casa con un judío, el padre de ese judío debe rezar Kadish por su hijo y guardar la Shivá de duelo”. Una de las respuestas “creativas” que vimos esta semana fue la campaña del Partido Jaredí, Yahadut HaTorá, que publicó la imagen de un perro con Tefilín, Kipá y Talit, ¡haciendo alusión a que Conservadores y Reformistas le hacen ceremonias de Bar Mitzvá a los perros! Si alguien hubiese hecho algo similar, pero en dirección contraria, comparando a los Jaredim con perros… Israel estaría ardiendo en protestas.
Del mundo ultra ortodoxo las respuestas no critican la visión Halájica de Reformistas o Masortiim, sino que se dedican a insultar, mentir y tergiversar.
¿Qué tan diferente es la conversión Reformista o Masorti?
A decir verdad y estrictamente hablando, los pasos a seguir para hacer la conversión por una u otra vía no son tan distintos. Hay 2 o 3 pasos primordiales que son necesarios para el Giur (conversion), en todas las corrientes. La aceptación de las Mitzvot (preceptos judios), lo que en hebreo se conoce como “Kabalat HaMitzvot”, la inmersión ritual en la Mikve “Tevilá” (baño ritual), y por último en el caso de los hombres, se requiere por supuesto la circuncisión, “Berit Milá” (circuncisión).
Tanto la circuncisión como la inmersión en la Mikve son hechos tangibles, que se pueden corroborar, sin embargo, la aceptación de las Mitzvot es totalmente subjetiva. Sería ilógico pensar en contar las Mitzvot que cada persona cumple, por lo que esta es una de las piedras de tope en la aceptación Halájica de los Giurim. Vale la pena recordar que el propio Rabino Ovadia Yosef ZL, estableció que se deben revisar las conversiones Conservadoras porque en muchos casos, son válidas y halájicas.
Es verdad que existen procesos de conversión más ágiles y rápidos, como en el caso de niños adoptados, hijos o hijas de parejas homosexuales, o casos en los que alguien descubre después de muchos años que no era Halájicamente judío. En esas circunstancias los procesos se tienden a flexibilizar, puesto que no tiene sentido someter a niños a la presión del estudio, siendo que serán educados en un país judío, y por supuesto, dentro de una comunidad vibrante, que acompañará a la educación judía formal. Aun así, con la flexibilidad que las instituciones reformistas y conservadoras ofrecen, no se las puede criticar por su pensamiento más tolerante y bonancible.
¿Y ahora, qué?
Es difícil saber cómo se va a desenvolver esta crisis. Lo cierto es que la decisión de la corte suprema vuelve a poner en la palestra los temas importantes que han estado en discusión durante décadas y que la pandemia pospuso. Con millones de ciudadanos ya vacunados, con plan de salida de la crisis y con las elecciones encima, quizás esta sea la vuelta a la rutina que estábamos esperando.
Por parte de las comunidades Masortiot y Reformistas, se seguirá haciendo el esforzado trabajo en dar cabida a quienes el judaísmo ortodoxo deja a un costado. Con o sin reconocimiento hace ya varios años que las comunidades liberales van en ascenso, comenzando a rozar el límite de una ortodoxia liberal e igualitaria que se suma a los al trabajo por el reconocimiento de todas las corrientes judías. Quienes creen con fe sincera que están en el camino que les ha sentido, seguirán transitándolo sin importar si tal o cual institución les dé un sello, un timbre o un reconocimiento. A fin de cuentas, la conversión es ante Dios, ante la comunidad y sus miembros, y eso, es lo que verdaderamente importa.
Escudriñar en los escenarios posibles es algo que carece de sentido, nadie de nosotros sabe qué es lo que puede pasar, por ahora, todas las reacciones han sido las esperables. Los partidos liberales han reaccionado favorablemente al dictamen, los partidos ortodoxos-extremistas han expresado su enojo. La derecha de Netanyahu ha sido escueta en sus respuestas, quizás por temor a romper las ya desgastadas relaciones con la judería diaspórica. Todas estas respuestas eran obvias, lo que nos hace pensar, que en realidad la situación no ha cambiado mucho.
Ahora toca entonces esperar pacientemente que los hechos tomen su propio curso.
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