Hoy se cumplen 80 años de un evento poco difundido en la comunidad judía y en el mundo en general: el Farhud.
Entre el 1 y 2 de junio de 1941, ocurrió una revuelta violenta contra los judíos de Bagdad, Irak. Más de 180 hombres, mujeres y niños fueron asesinados, infinidad de mujeres violadas y cientos de heridos.
Esto necesita algo de contexto. Haré un intento…
Hasta 1917, un tercio de Bagdad era judía. En 2011 quedaban 7.
Pero la presencia de judíos en la región se remonta al 597 AEC, cuando llegaron como esclavos a la extinta Babilonia. Durante siglos, Bagdad fue el centro judío de la diáspora. Una infinita producción musical, cultural, religiosa salió de aquella ciudad. Sin ir más lejos, el famoso Talmud Babilónico fue escrito en esta región, durante los Siglos VI y VII.
Hasta mitad de la década del 30′, había diversidad religiosa, integración y hasta rituales compartidos, después de tantos siglos de convivencia. Pero en 1937, llegó la primera traducción del libro Mi Lucha, de Hitler, a Bagdad.
La combinación de Nazismo, nacionalismo árabe y los sentimientos encontrados por el inminente establecimiento de un estado judío en Medio Oriente terminó de desencadenar el Farhud.
La historia concluye con la Operación Ezra y Nejemia (1951-52), donde Israel logra movilizar aproximadamente 120.000 judíos de Irak hacia Israel, dejando un legado de más de 2.500 años de historia del judaísmo babilónico detrás.
¿Por qué es importante recordar este trágico evento?
En primer lugar, se trata de parte de nuestra historia como pueblo. La comunidad judía, especialmente en la diáspora, está muy ligada al judaísmo ashkenazi (motivos que no voy a exponer ahora), dejando a un costado la historia de otras tantas comunidades dispersas en Africa, Medio oriente y Asia.
Así como judíos y judías sefaradíes conocen sobre la Shoa, así también, judíos con orígenes europeos tienen que conocer eventos como el Farhud. La Ashkenormatividad (pensar el judaísmo ashkenazi como “normal”) no sólo daña intracomunitariamente, callando voces diversas, sino también generan una falsa imagen de que todo judío o judía es blanco, proviene de Polonia y tiene un Premio Nobel. Esa imagen, érronea por cierto, alimenta a los antisemitas, que necesitan ver al colectivo judío como un todo.
Es momento de reconocer, agradecer y difundir el aporte que ha hecho el judaísmo sefaradí y mizraji para que hoy estemos donde estemos. شكراً!
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