El 7 de Octubre del 2023, Israel y el pueblo Judío sufrieron una de sus peores desgracias. Los efectos de ese día negro se sentirán durante décadas. Sin embargo, cientos de miles personas actualmente niegan el nefasto ataque. Hay quienes creen que todo es una fabricación. Otros reconocen los crímenes de Hamas, pero intentan reducir la brutalidad de los mismos. También están aquellos que culpan a Israel de lo sucedido.
Por un breve momento, el mundo se puso en el lugar de Israel, pero esto no duró mucho. Conocidos medios de comunicación comenzaron a repetir las mentiras y propaganda de Hamás. Políticos y grupos estudiantiles apoyaron o justificaron a dicho grupo terrorista. Los ataques antisemitas se dispararon por todo el mundo de forma abismal: violencia física contra manifestantes pro-Israel, acoso a estudiantes Judíos en universidades, un intento de pogrom contra Israelíes en un aeropuerto en Rusia. En Estados Unidos un hombre Judío de 69 años murió tras ser golpeado por manifestantes pro-Palestinos. Los Judíos fueron asesinados a sangre fría en Israel, y la respuesta de buena parte del mundo fue acosar, perseguir o lastimar a los Judíos fuera de Israel.
¿Porqué es tan difícil para tanta gente reconocer la tragedia del 7 de Octubre? ¿Porqué tanta gente se rehúsa a condenar uno de los crímenes mas sangrientos de la historia reciente?
Porque condenar lo que pasó, o incluso reconocerlo, implica aceptar que los Israelíes fueron las víctimas aquí. Eso lleva a empatizar con ellos, eso lleva a humanizarlos. Y eso es algo que mucha gente no está dispuesta a hacer.
Desde hace décadas, muchos medios de comunicación han repetido una narrativa que deshumaniza a Israel. Una narrativa de buenos y malos, de oprimido y opresor, en donde los Palestinos, por ser el bando mas débil, automáticamente son retratados como víctimas, mientras que Israel es retratado como el agresor. Es la razón por la que BBC, CNN y la gran mayoría de los medios de comunicación se rehúsan hasta el día de hoy a catalogar a Hamás como grupo terrorista. Es la razón por la que tantos siguen sin creer los crímenes cometidos por Hamás a pesar de que nunca hubo una masacre tan documentada. Es la razón por la que tantas personas arrancan los panfletos en distintas ciudades del mundo con las fotos de los Israelíes secuestrados por Hamás. Los Israelíes no pueden ser mostrados como víctimas, la narrativa debe ser mantenida a toda costa. Los acontecimientos del 7 de Octubre, en donde Hamas mostró su verdadera cara, desafían esta narrativa. Por lo tanto, dichos crímenes deben ser disminuidos en su gravedad, negados del todo, o justificados.
Algo similar sucede con aquellos que niegan el Holocausto, a pesar de toda la evidencia existente, o que cuestionan la gravedad del mismo (por ejemplo, cuestionado el numero de víctimas). Aceptar la veracidad del Holocausto implica humanizar a los Judíos, algo que el antisemita nunca podrá hacer. Los crímenes Nazis en contra de Judíos fueron posibles luego de una gran campaña de propaganda anti-Judía en los medios de comunicación Alemanes. Los Judíos fueron deshumanizados, al punto de que el pueblo Alemán era indiferente a los horrores a los que fueron sometidos. De forma similar, décadas de propaganda mediática anti-Israel han llevado a que buena parte del mundo no pueda empatizar con los Israelíes. Israel ha sido culpado de cometer todo tipo de maldad imaginable hacia los Palestinos, y también de estar por detrás de conflictos e injusticias alrededor del mundo.
Esto no es nuevo. Los Judíos fueron demonizados durante 2 mil años. En la época medieval se los acusó de envenenar los pozos de agua para generar enfermedades, mientras que en 2016 el Presidente Palestino Mahmoud Abbas acusó a rabinos Israelíes de envenenar las aguas de los Palestinos. Los Judíos fueron acusados de causar la Peste Negra en Europa en el siglo 14; hoy los nuevos antisemitas vinculan a Israel con la creación y propagación del Coronavirus. Los Judíos fueron históricamente acusados de tener “doble lealtad”, es decir, de que la verdadera lealtad de ellos era hacia otros miembros de su pueblo, nunca hacia la sociedad donde residían. En los últimos años, los Judíos están siendo acusados nuevamente de “doble lealtad”, esta vez de ser más leales a Israel que al país donde viven. Durante siglos los Judíos fueron acusados de asesinar niños cristianos para alimentarse de su sangre (el famoso líbelo de sangre). Hoy, una de las mas recurrentes acusaciones en contra de Israel es la de asesinar deliberadamente niños Palestinos. Así es posible encontrar caricaturas del ex Primer Ministro Israelí Ariel Sharon comiendo la cabeza de un niño Palestino en el periódico The Independent, o una presentadora de la BBC comentando que “las fuerzas Israelíes están felices de matar niños”, o posts en Twitter como el de BDS Segovia (España), que escribió en su cuenta oficial que los Israelíes “parecen humanos, pero que no te engañe su apariencia, se alimentan de sangre de niños. Hoy es Palestina, mañana puedes ser tú”.
Si los Judíos antiguamente fueron acusados de traer “terror” a la sociedad, hoy se culpa a Israel del terrorismo internacional (por ejemplo vinculándolo con los atentados del 11 de Septiembre, Charlie Hebdo y otros). Los Judíos fueron acusados de generar el comunismo y, al mismo tiempo, de estar detrás del capitalismo. Hoy se acusa a Israel o al “lobby sionista” de dominar el congreso Estadounidense y, al mismo tiempo, de promover ideales socialistas. Los Judíos fueron culpados de ser responsables de ambas guerras mundiales. Hoy Israel es visto por muchos como el causante de todas las guerras y conflictos en Medio Oriente. En Estado Unidos, el BDS también culpa a Israel de la brutalidad policial en contra de los afroamericanos, promoviendo la falsa idea de que Israel entrena a la policía americana y les inculca “racismo”. Muchos incluso vinculan a Israel con el cambio climático.
Culpar a Israel (de lo que sea) se ha normalizado tanto que muchos de los principales medios de comunicación no dudaron recientemente en culpar a Israel por un misil fallido de un grupo terrorista en Gaza, que calló en el estacionamiento de un hospital Gazatí en lugar de llegar a Israel. Millones condenaron a Israel por “bombardear” dicho hospital en Gaza, pero callaron cuando se descubrió que no fue Israel el responsable de las muertes, sino que los propios Palestinos. Es como si las muertes Palestinas solo importaran si se puede culpar a Israel. ¿Acaso se ha dicho algo de los 4 mil Palestinos que murieron en la guerra en Siria? ¿O de los 300 mil Palestinos expulsados por Kuwait? ¿O del real Apartheid que sufren actualmente en Líbano? ¿O de la discriminación que sufren en Irak? ¿O de la represión que sufren por parte de Autoridad Palestina y de Hamás? La respuesta claramente es NO. Ya que Israel no puede ser culpado de nada de esto. Me atrevo a decir que no existe actualmente un movimiento pro-Palestino, sino que existe un movimiento anti-Israel. Un movimiento que utiliza el sufrimiento Palestino como herramienta para atacar a Israel. Un movimiento que solo busca demonizar al estado Judío, y que lo último que le importa es el bienestar de los Palestinos.
La historia es siempre la misma: la culpa de todos los males son los Judíos. Distintos gobiernos en el pasado culparon a los Judíos en sus países de todo los malo en la sociedad: desde crisis económicas y des-estabilización política hasta enfermedades. “Todo estará bien una vez que ellos no estén”, la idea del chivo expiatorio. La misma lógica culpa a Israel de muchos de los males del mundo, y busca promoverlo como el peor violador de los derechos humanos. En lugar de lidiar con países que efectivamente están cometiendo genocidio, limpieza étnica o Apartheid, es mas fácil culpar falsamente a un país de todos estos delitos y condenarlo constantemente. Muchos líderes a lo largo de la historia pensaron que expulsar o deshacerse de los Judíos en sus países traería prosperidad o incluso la “paz mundial”; hoy la misma idea se aplica a Israel. El embajador Francés de Inglaterra lo dejó muy claro cuando declaró en 2001 que “todos los problemas actuales del mundo son a causa de ese pequeño país de mierda, Israel”.
En el pasado, Adolf Hitler aseguró que “los Judíos son un cáncer en el seno de Alemania”. En 2018 el Presidente Iraní Hassan Rouhani aseguró que “Israel es un tumor cancerígeno”, y en 2020 el líder supremo Iraní, Ali Khamenei, llamó a la “solución final” de Israel. En su libro Mein Kampf (Mi Lucha), Hitler advirtió sobre los peligros de la “Judaización” de la sociedad Alemana. Hoy se acusa a Israel de estar “Judaizando” Palestina. Si en el pasado la Iglesia le exigió al Judío que renuncie a su Judaísmo para ser aceptado, hoy (sobre todo en las universidades) se le exige al Judío que renuncie a su Sionismo para ser socialmente aceptado en espacios “progresistas”. Hace más de 200 años Immanuel Kant llamó a la “eutanasia del Judaísmo”; en el 2004 Omar Barghouti (fundador del BDS) llamó a la “eutanasia” del Sionismo. El mismo odio de siempre. Nada nuevo bajo el sol.
Israel viene siendo demonizado desde hace décadas. El pueblo Judío desde hace siglos. No debería sorprender entonces que millones de personas no puedan empatizar con el sufrimiento Israelí actual. La demonización del estado de Israel en los medios de comunicación o en la ONU no es más que un intento de quitarle legitimidad a dicho estado. Cuanto más ilegítimo sea visto Israel, menos derecho a existir tiene. Millones creyeron en el pasado las mentiras y la demonización en contra de los Judíos por parte de aquellos que les negaron su derecho a existir. Millones creen las mentiras y la demonización en contra de Israel hoy en día. ¿Podrá el mundo aceptar el derecho a existir de Israel y del pueblo Judío? ¿O estamos destinados a repetir la historia?
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